domingo, 7 de agosto de 2011

PERSONAJES: HAENAS

Haenas, señora de Ilurc y Duquesa de Ursos. La admiro desde su más tierna infancia. A parte del amor de un tío hacía su sobrina le profeso una sincera devoción como gobernante. Tras la muerte de sus padres en la guerra del Infortunio la adopté como a una hija más a pesar de mi juventud, quizás por eso siempre ha demostrado ser una fiel devota a su familia. Cuando su padre, Banias, fue asesinado la corona ducal pasó a ella en virtud de la Ley de la Sucesión.  Muchas voces se levantaron en contra de que una niña fuese investida como Duquesa. El consejo dudaba de sus facultades para el buen gobierno e incluso algunas voces clamaron por la independencia de sus señoríos. Se temió por una nueva guerra civil y la vuelta a los tiempos anteriores al Concilio de Urcis.  Sin embargo supo anteponerse a todos los disidentes con un discurso que resonará en el Palacio del Consejo durante eras. En todos y cada uno de los cincuenta años que lleva gobernando ha demostrado sus grandes capacidades. Desde que era una niña se mostraba firme en sus decisiones y poseía una capacidad de raciocinio que sorprendía a propios y extraños. Creo que la ausencia de su familia le trajo una madurez precipitada y asumir bajo tan delicada espalda el peso de la corona la hizo envejecer prematuramente. Pero ahí sigue firme como una roca frente al embate de las olas. Sentada sobre su trono con cincuenta y siete años. Ha vivido momentos difíciles durante estas décadas, lo peor sin duda fue la guerra del Infortunio contra los caucos. Solo las Lunas saben lo difícil que fue la decisión de desterrar a una de las casas ducales.  La crisis de la pesa que casi lleva a la hambruna al pueblo urso también fue un tiempo difícil pero a pesar de todo les que plantó cara con determinación. Pero no fue sino  la muerte de su marido, el Duque consorte Kridgey, por unas pestilentes fiebres, lo único que consiguió quebrar su ánimo. Estaba enamorada locamente de ese portentoso caballero y se sumió en una tristeza perenne que solo conocíamos sus más allegados. Solo el nacimiento de su hijo de forma póstuma consiguió sacarle ese dolor que corroía sus entrañas. Momentos difíciles y otros felices. No me atrevería a decir cuales han marcado más su forma de ser y regir. Me es difícil escrutar que esconden sus sobrios ojos amarillos. Lo único que puedo jurar es que su gobierno ha sido justo, firme y fuerte. Firmaría con sangre que el día en que llegue su feliz día de la ascensión a las Lunas, su sucesor llegue a los pies de su grandeza.

Vapunas, anciano de la casa de Ilurc